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El Reino Desunido

Actualizado: 5 feb 2023

¿Verá la generación británica actual cómo el País se desintegra?

Parlamento de Gran Bretaña visto desde el Támesis
Parlamento de Gran Bretaña

Nunca había sucedido que un jefe de Gobierno permaneciera en el cargo tan poco tiempo.


La primera ministra Liz Truss, tras el descalabro de su antecesor Boris Johnson, dimitió después de ocupar la sede gubernamental solo mes y medio.


Con la amenaza de una grave recesión económica como no se recordaba en décadas y el riesgo de que el Estado se desmembre en cuatro Países independientes, el rey Carlos III, recién ascendido al trono, no aparenta estar muy preocupado.


La gran nación, antaño cabeza del imperio más extenso de la Historia, pudiera dar paso a una nueva Inglaterra como potencia de segundo orden.


Índice


El Reino, unido con alambres

Mapa del Reino Unido con la bandera ocupando todo el territorio

Liz Truss no ha podido soportar la presión diaria en la Cámara de los Comunes (equivalente al Congreso de los Diputados) cuando se enfrentaba no solo al Partido contrario sino a sus propios compañeros que no terminaban de entender las medidas que intentó llevar a la práctica.


Los líderes independentistas están aprovechando la ocasión única, con un Gobierno central muy débil, para mover ficha e intentar la tan ansiada emancipación de Inglaterra.


La fallecida Isabel II consiguió mantener el reino unido gracias a su carisma. ¿Qué hará su hijo, el nuevo rey Carlos III, para mantener su legado?


Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia, ha declarado públicamente que seguirá abogando por la independencia, y eso que, en el referéndum celebrado en 2014 para decidir esta cuestión, más de la mitad de los escoceses votaron seguir unidos a Inglaterra.


Sturgeon dice que si en un próximo referéndum que organizará próximamente (ha fijado el mes de octubre de 2023 para ello) saliera el sí a la independencia, creará un Banco Central propio que administre la libra escocesa. Lo que ocurre es que no puede convocar esa votación sin el permiso del Gobierno central.


Todo indica que aprovechará la inestabilidad en Londres para organizar una gran consulta popular que es lo más a lo que puede aspirar ahora mismo. Solo serviría para conocer la opinión de los escoceses, pero sin que eso signifique nada vinculante. Y eso en el caso de que pueda hacerlo.


Las formaciones políticas en la Oposición en el Parlamento escocés no creen que un nuevo referéndum debiera figurar como prioridad sino intentar bajar la inflación descontrolada que, por culpa de Londres, afecta de modo intenso a los escoceses y a todos los ciudadanos británicos.


Como aliciente para conseguir más partidarios de la emancipación de Gran Bretaña, la ministra principal de Escocia asegura que el nuevo Estado se fijaría como uno de sus principales objetivos: volver al redil de la Unión Europea. Los escoceses no quisieron salir nunca (casi dos terceras partes de la población votó en contra del Brexit).


Sturgeon culpa al Gobierno británico de que Escocia esté sumida en una gravísima crisis económica debido a la salida de la UE, lo cual ha perjudicado al nivel de vida de los escoceses.


El escollo que la líder del Partido Nacional de Escocia no sabe como salvar es la automática apertura de la frontera con Inglaterra si se independizan. Conllevaría aranceles para todos los productos comerciales que les llegaran desde el centro y sur de la Isla (que es la mayor parte de su comercio). En cambio, creen que Londres no pondría problema a la libre circulación de personas (sin pasaporte ni visado) entre los dos Países.


Sturgeon, que lleva ocho años en el poder en Edimburgo, ha sido criticada por su gestión de los Hospitales de Escocia, por las largas colas de espera, principalmente. Y eso que ha logrado que muchos fármacos sean gratuitos para los ciudadanos.


La pregunta que le hacen los Partidos Unionistas a Sturgeon (que defienden mantenerse unidos a Gran Bretaña) es: ¿cómo solucionará el hecho de no tener un Fondo de Pensiones, el cual se gestiona desde Londres? Hasta que la tesorería de la nueva Seguridad Social escocesa no recaudara el dinero suficiente para pagar las jubilaciones, tendrían que seguir dependiendo de las arcas públicas británicas.


El ministro para Irlanda del Norte, Chris Heaton-Harris, cree que habrá elecciones generales en diciembre de 2022 en ese País. En el Parlamento norirlandés, el Sinn Féin, que hace años fue el brazo político de la organización terrorista IRA, tiene el mayor número de diputados, pero no suficiente para formar un Gobierno estable. Aboga por la unión con Irlanda dejando de formar parte del Reino Unido.


Truss ha trastocado el acuerdo al que su antecesor, Boris Johnson, llegó con la Unión Europea para que continuara Irlanda del Norte sin aranceles con respecto a Irlanda, lo que daba la impresión de que la Isla estaba por fin unida. Con lo que ahora mismo hay también gran incertidumbre y desestabilización en esa parte del Reino Unido.


En Irlanda del Norte, como en Escocia, salió triunfante el no a separarse de la UE cuando se convocó el Brexit.


En Gales se solicitan igualmente elecciones anticipadas. Los líderes independentistas consideran que la bochornosa imagen que está dando el Estado desde Londres no beneficia en nada al País de Gales, que estaría mejor siendo independiente.


Los males de Gran Bretaña

Uno de los culpables de la situación actual es David Cameron, primer ministro entre 2010 y 2016, cuando Gran Bretaña seguía dando una imagen de País potente, con un futuro grandioso, que reflejaron al Mundo en las Olimpiadas de 2012 en Londres.


Daba la impresión, entonces, de que Inglaterra tenía capacidad para cualquier empresa que se propusiera.


Todo cambia cuando Cameron, lider de los "tories", como se denominan los conservadores, decide organizar un referéndum para conocer la opinión actual de los ciudadanos con respecto a la Unión Europea.


Llevaban cuarenta años unidos al Continente, lo que a la gran mayoría de los británicos les parecía normal: habían crecido con ello. Pero David Cameron convoca el referéndum que pasaría a conocerse comúnmente como "Brexit" por los partidarios de salir de la UE. El que más aboga por esta opción es el entonces alcalde de Londres, Boris Johnson.

Cameron defendía la idea de "nación-isla" << independiente, franca y apasionada >> considerando que los británicos no sentían adhesión a la Unión Europea desde un punto de vista emocional, sino más bien político.


Cuando se fundó la UE, en Inglaterra no contemplaban ser parte de ella, todo lo contrario, crearon una organización paralela para hacerle la competencia: la Asociación Europea del Libre Comercio, allá por los años 60.


Solamente se tomaron en serio la idea de la UE cuando comprobaron que económicamente les vendría bien, pero solo por esa razón, no por creerse identificados con Europa, de la que siempre se han mantenido escépticos.


Inglaterra ha influido a lo largo de la Historia en el continente, para que no surja un poder superior al suyo que pudiera amenazar su integridad, pero manteniéndose separados.


Cuando en los años 60 solicitan formar parte de la Unión, al ser necesaria la unanimidad de todos los Países miembros para aceptarlo, sería Francia la que rechazó por dos veces que Gran Bretaña se uniera, al considerar Charles de Gaulle, por entonces presidente francés, que los británicos no eran de fiar. Les consideraba una avanzadilla de los Estados Unidos con los que el general De Gaulle estuvo enfrentado.


En los años 70, con De Gaulle muerto, el Reino Unido solicita de nuevo la adhesión, siendo aprobada por todos los Estados de la UE. Pero nunca llegaron a integrarse del todo.


Margaret Thatcher defendió Europa, pero sin que afectara a la soberanía británica

En los 90 y primera década del siglo XXI, años marcados por Gobiernos de izquierdas y euroescépticos, la situación iría a peor en cuanto a las relaciones con Europa: no se implementó la moneda única - el euro -, ni Gran Bretaña se unió al espacio europeo de Seguridad y Justicia, manteniendo sus propias normas al respecto. Ni siquiera respaldaron la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.


Cuando llega Cameron al poder, y con él de nuevo el Partido Conservador, la relación con la UE se halla bastante maltrecha. Llegó a vetar el Pacto Fiscal europeo que obliga a los Países miembros a mantener su déficit público por debajo del 3% del PIB si no quieren ser advertidos primero y sancionados después por Bruselas, por el riesgo de desestabilizar la zona euro si no mejoran su política fiscal.


Cameron convoca el "Brexit" apoyando el sí a la UE pero con la intención de renegociar su pacto de adhesión para el Reino Unido.


No se oyó la voz de la población joven: tres cuartas partes de la misma que participó en el referéndum votaron por seguir unidos a Europa pues sabían que les beneficiaría en cuanto a formación profesional y oportunidades laborales.


La generación de las redes sociales no entiende de fronteras. Los veteranos maduros, en cambio, que no comprenden esas redes sino que vivieron un pasado de escepticismo con Europa, votaron en un 60% separarse de la UE.


Problema: los jóvenes se abstienen de votar mucho más que los mayores de 50 años. Así que al referéndum del Brexit no acudieron tantos votantes jóvenes, sin ánimo de participar en consultas políticas.


Por lo tanto, la jugada le salió muy mal a David Cameron motivando los problemas que el País lleva arrastrando los últimos años.


Londres: capital de un Estado sin Gobierno

Hombre corriendo por el Millennium Bridge
¿Hacia donde va Inglaterra?

Boris Johnson quiere regresar a Downing Street, en cuyo número 10 se halla la sede del primer ministro, a pesar de los numerosos escándalos que protagonizó. Es así de sinvergüenza. Tiene justificación para todo, incluso para su pésima gestión de la COVID-19, organizando fiestas en su residencia oficial durante la confinación general.


Los territorios con Gobierno autónomo no tragan a Johnson, como en Escocia, donde la gran mayoría no votó por él cuando salió elegido en su momento.


Los líderes independentistas de Escocia, Gales e Irlanda del Norte están en contacto entre ellos porque la ocasión es única. No se les presentará otra oportunidad como ésta, con un Gobierno sin titular en Londres y débil.


El que salga elegido por el Partido Conservador, con mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, hallará una gran oposición, incluso de sus compañeros puesto que los tories se hallan divididos.


El Partido Nacional Escocés pudiera apoyarle. A cambio, Sturgeon seguro que pedirá el referéndum de independencia para Escocia.


Como los conservadores no aceptarán ese chantaje, se prevé un adelanto de las elecciones generales para 2023.


Tal vez el enfrentamiento de Truss con su propio partido le venga de su pasado como miembro del Partido Liberal Democráta, el cual se fusionó con los socialistas en 1988, con lo que Truss formaba parte del ala más progresista del Partido Conservador. La mayor parte de sus compañeros no apostaron por ella; salió elegida por el voto de las bases del Partido.


Nada más empezar a gobernar Truss, casi todos pronosticaban que duraría poco y en efecto, la política económica británica es un desastre. Las distintas medidas que se intentan aplicar para incentivarla fracasan una tras otra o no cuentan con el apoyo suficiente en el Parlamento para salir adelante.


A diferencia de España y otros Países europeos, se ha intentado rebajar los impuestos a los más ricos para que dispongan de un excedente que inviertan en la creación de empleo.


Lo que ocurre es que eso nadie lo puede prever ya que los empresarios multimillonarios harán lo que consideren con su dinero. Con lo que no se garantiza la disminución del desempleo y sí, en cambio, la desconfianza de los inversores (tal vez debiera tomar nota España).


Por lo tanto, el Gobierno de Truss decidió aumentar el gasto público poniendo en pie de guerra a sus oponentes políticos, incluso al ala más derechista de su propio partido, sobre todo a raíz de la devaluación de la libra en los mercados internacionales.


Muchos fondos de pensiones se vieron sin dinero para pagar jubilaciones. El Banco de Inglaterra se ha visto obligado a inyectar grandes sumas para rescatarlos, aumentando el interés con lo que las hipotecas se han disparado.


La inestabilidad en el País hizo que los grandes inversores internacionales esperen a mejores tiempos lo que provocó la mayor caída del valor de la libra esterlina desde la crisis de los primeros años 80. En aquel entonces, el País vivió continuos disturbios. En la actualidad, de nuevo la deuda pública se está disparando.


Los salarios están congelados perdiendo las familias poder adquisitivo por el continuo aumento de los precios: la inflación ha llegado a superar el 10%, en especial las facturas por el suministro energético, que han subido un 80%.


Por primera vez en muchos años se ve a numerosas familias haciendo grandes colas en las iglesias y tiendas o bancos de alimentos pidiendo comida.


Resultado: el canciller de Hacienda dimitió y poco después la ministra del Interior. Ésta última renuncia al estar disconforme con la primera ministra que pretendía relajar los trámites administrativos para favorecer la llegada de más inmigrantes con los que creía que se reactivaría la economía.


Suella Braverman, la ministra del Interior que ha dimitido, alega que en realidad la causa de su renuncia es un error imperdonable por su parte al usar su correo electrónico personal para enviar documentos oficiales. Ha incumplido la política de seguridad en cuanto a transmisión de documentación reservada, pero suena más a excusa para desentenderse de Truss sin parecer que le traiciona, puesto que debía su cargo a la primera ministra.


Los dos aspirantes que más votos consigan entre sus compañeros de partido, si no alcanzan una mayoría entre ellos, se someterían a una consulta entre los afiliados para que escojan al nuevo primer ministro/a (fue como salió elegida Truss y ya hemos visto el resultado).


Rishi Sunak, quién fue ministro de Economía con Johnson, vaticinó que Truss se equivocaba con sus radicales ideas para reflotar a Gran Bretaña y como se ha podido comprobar no se ha equivocado. Así que se cuenta con él como posible sustituto.


Ben Wallace, que actualmente lleva la cartera de Defensa, es un nombre que se menciona en los pasillos del Parlamento para dirigir los designidos del País en un momento crucial de su Historia. Es el artífice del apoyo incondicional a Ucrania que tanto respaldo ha conseguido en la Cámara de los Comunes, por lo tanto, es alguien muy respetado en todo el espectro político británico.


Pero Wallace no parece muy interesado en ser primer ministro por lo que ante la falta de aspirantes que resulten interesantes, los laboristas, en la Oposición, ya están pidiendo el adelanto de las elecciones generales, máxime sabiendo que van los primeros en las encuestas en este momento.


La imagen internacional del País está en juego, dicen los laboristas, puesto que parece una República bananera. El número 10 de Downing Street se prepara para el que será su quinto morador en tan solo seis años.


Con Truss fuera de juego, el nuevo ministro de Economía ha cancelado las medidas de la ex-premier Liz Truss, cuya popularidad, en cuestión de pocas semanas, había bajado a mínimos.


Los mercados bursátiles y aquellos en los que la libra tenía gran influencia siguen sin confiar en el Reino Unido, en su situación actual.


La diputada Penny Mordaunt es otra de las personas que aspiran al puesto de primera ministra. Ya fue ministra de Defensa por lo que se le respeta, pero no tiene demasiado respaldo de sus compañeros, los “tories”.


Por último, tenemos a James Cleverly, actual ministro de Asuntos Exteriores, que postula también por el cargo de jefe del Gobierno. Es quién ha anunciado las sanciones impuestas a Irán, por el apoyo de este País a Rusia en la Guerra de Ucrania, que ha provocado la mayor crisis energética de la Historia.


La crisis energética: acicate del desastre

Instalación de fracking de hidrocarburos de esquisto
El fracking se plantea como solución al problema energético

La más efímera primera ministra de la Historia del Reino Unido quiere que se exploten las reservas de gas de esquisto de Gran Bretaña, mediante la técnica conocida como “fracking”.


Los esquistos son rocas que contienen bolsas de gas pero que se hallan tan profundas que hay que fracturar la zona en la que se encuentren mediante un procedimiento complejo a base de mucha agua, grandes cantidades de arena y productos químicos. Es lo que echa para atrás a las organizaciones ecologistas que consiguieron concienciar a los Gobiernos de lo arriesgado de esta técnica, no solo por el negativo impacto medioambiental sino por posibles corrimientos de tierra.


Los estudios que Gobiernos como el húngaro o el de los Estados Unidos, donde se extrae mucho gas y petróleo de esquisto, han encargado intentan convencer de que el fracking es menos dañino que la minería, por ejemplo.


En distintos Países europeos se están comprobando las reservas de gas de esquisto

En Polonia tendrían para abastecer a la población durante diez años. En Gran Bretaña, para más de tres décadas, complementándolo con los hidrocarburos que extraen, por el sistema tradicional, en el Mar del Norte.


¿Cuál es el problema? La mayor densidad de población de Europa con respecto a EEUU imposibilita que se extraiga mediante fracking los hidrocarburos. Se corre un alto riesgo de que contaminen las aguas próximas (que sirven para el consumo humano) y de que se desprenda tanto metano como carbono.


Ni en Francia, ni Alemania, Italia, España o Gran Bretaña (ni en casi ningún lugar de Europa) se permita extraer hidrocarburos de esquisto.


La primera ministra británica quiso cambiar las reticencias hacia el fracking alegando que también la energía geotérmica pudiera contaminar (Gran Bretaña está entre los 15 Países mayores productores del Mundo).


La geotérmica emite ácido sulfhídrico y anhídrido carbónico, pudiendo afectar a las aguas próximas con amoniaco o arsénico, pero no está sucediendo, sin embargo se asume el riesgo. Por lo tanto, ¿por qué no con el fracking? .


Así que Truss no entendía por qué no se apostaba por el gas de esquisto dejando así de depender de otros Países. El 50% de la demanda energética británica la produce el País, pero para cubrir la otra mitad dependen de las importaciones.


Cuando el Gobierno de EEUU ha sido acusado de extraer tanto gas y petróleo de esquisto, responden que no han detectado ninguna contaminación del agua potable.


Además, para Norteamérica (también se extrae por este procedimiento en México y Canadá) supone no depender del carbón que es mucho más contaminante. Hoy en día EE. UU. es el mayor productor de gas del Mundo.


En otras partes del Mundo apuestan igualmente por el esquisto, como en Argentina o China.


El gas que compra Europa a los estadounidenses para no pedírselo a Rusia se ha extraído mediante la técnica que en Europa está prohibida.


La ironía es que en la Unión Europea existen tantas reservas de esquisto como en USA.


Si España explotara sus reservas de gas de esquisto, no solo no tendría que importarlo, sino que tendría excedentes para exportar y ganar dinero con ello.


Se estima que si se llevara a cabo el fracking en España, crearía en torno a un cuarto de millón de puestos de trabajo. En un País con el 12,4% de desempleo de la población activa, esa cifra no es nada desdeñable.


El caso es que la moratoria británica contra el fracking que la ex-primera ministra Truss ha levantado se ha encontrado con una enconada oposición en la Cámara de los Comunes, siendo otro de los motivos de su dimisión.

Se apostó en redes por la duración de Truss en el poder, comparándola con una lechuga, grabándola en tiempo real, ganando la hortaliza, a la que iban decorando pasados los días dando a entender que sería la victoriosa.


Los responsables de la disciplina de partido tory (para que voten todos lo mismo), la liaron a empujones y gritos hacia quiénes eran reacios a votar a favor del fracking, entre los conservadores. Una imagen bochornosa que pasará a los anales de la Historia parlamentaria.


Cuando Alemania se llevaba bien con Rusia (de hecho muy bien antes de la guerra en Ucrania), el Gobierno ruso defendió la prohibición del fracking.


Rusia lo apoyó porque favorecía sus intereses ya que eran los mayores proveedores de gas de Alemania. Para eliminar esa dependencia, el ministro germano de Economía se está replanteando el fracking.


En Gran Bretaña se explotará de nuevo el esquisto, pero le ha costado el puesto a la primera ministra.


¿Cómo afecta al rey Carlos III la situación de Gran Bretaña?

Vista panorámica del palacio de Buckingham
Los turistas visitan Buckingham pero el rey no vive allí

Al nuevo monarca británico parece que le importa más su imagen personal que los derroteros políticos de su País.


Próximamente, y con motivo del centenario de la BBC, la cadena de televisión pública de Gran Bretaña, se emitirá un programa especial que contará con la aparición estelar del rey, explicando cómo reparar antigüedades.


Se emite el 26 de octubre (en España puede verse a las nueve de la noche) y posteriormente en diferido.


Carlos lleva al taller del programa tres piezas exclusivas de la colección real y comprobará cómo son reparadas por el equipo de artesanos. Incluso veremos al soberano actuar como es típico en este tipo de espectáculos, mostrando expectación ante cómo habrá quedado la restauración.


Probablemente, el rey esté detrás de esta exhibición puesto que un miembro de la organización benéfica Prince's Foundation, creada por Carlos III en los años 90, aparecerá también como miembro del equipo de restauración.


Pudiera ser un acto propagandístico de la Prince's Foundation con la aquiescencencia de la BBC. De hecho, el presentador del programa, Jay Blades, forma parte de la Orden del Imperio Británico, cuyos miembros son nombrados por el monarca (a Blades le nombró la reina pero, muy probablemente, algo tuvo que ver el actual rey).


Carlos III abrirá las puertas a la televisión de la impresionante finca de Dumfries House, en Escocia, propiedad de Prince's Foundation. ¿Es idóneo el momento para que Carlos se exhiba como un gran magnate, propietario de piezas de arte de incalculable valor?


El País pasa por su peor momento en décadas, con la dimisión de Liz Truss todavía caliente, y el rey se muestra como un terrateniente participando en un show televisivo de entretenimiento.


Carlos no reside en el Palacio real de Buckingham (tan solo acude para tratar asuntos de Estado) sino en Clarence House, otra de sus lujosas mansiones, a 400 metros del palacio, que alterna con el castillo de Windsor y la finca de Sandringham, ésta última a tres horas de la capital, para los fines de semana: tres enormes viviendas distintas para pasar la semana.


En Buckingham se están llevando a cabo mejoras en el palacio, por valor de casi 370 millones de libras (más de 423 millones de euros), que salen del erario público. ¡Con numerosas familias británicas haciendo cola en los bancos de alimentos!


En realidad, el programa de televisión se grabó antes de la muerte de la reina, pero el rey no ha pedido su cancelación ante los difíciles momentos por los que pasa el País. ¿Acaso está contento Carlos con la dimisión de Liz Truss?


La ex-primera ministra fue antimonárquica en sus tiempos universitarios

El rey Carlos III comienza su reinado con una dimisión al más alto nivel, la de su jefa de Gobierno, lo que no ocurría en los últimos dos siglos. Pero no parece que le afecte mucho.


Cierto que la reina Isabel II vio cómo los primeros ministros conservadores dimitían uno tras otro: David Cameron, Theresa May y Boris Johnson, pero al menos duraron mucho más tiempo que Truss en el cargo.


Tampoco parece que le preocupe mucho el hecho de que, en el Estado de Quebec, oasis francófono en la Canadá anglosajona, un partido político se ha negado a rendir lealtad al rey, lo cual es obligatorio en ese País puesto que Canadá tiene al monarca británico como jefe del Estado. Varios Países más de la Commonwealth (Mancomunidad de antiguas Colonias británicas) mantienen al rey también como su jefe de Estado, aunque solo sea de forma nominal.


La formación socialdemócrata “Quebec solidario”, obtuvo once diputados en las últimas elecciones para la Asamblea Legislativa de esa Provincia canadiense.


Consideran que jurar lealtad al rey, aunque sea solo un requisito formal sin más obligaciones, es recordar el pasado colonial de Canadá, cuando formaba parte del Imperio Británico.


Quebec solidario protesta por el coste que supone mantener la administración real en Canadá (67 millones de dólares anuales de las arcas públicas canadienses). Para ellos, no tiene sentido en los tiempos actuales cuando se supone que el País es independiente del Reino Unido.


No solo hay un Gobernador General de Canadá representando a la monarquía británica, aunque sea nombrado por el primer ministro canadiense, sino que en cada Provincia hay un vicegobernador o un comisionado.


El rey es jefe supremo de las Fuerzas Armadas canadienses como lo es de las británicas e incluso cualquier nombramiento de un alto cargo de la Administración se hace en nombre del rey. Es más, cuenta con la prerrogativa del indulto a quién haya cometido una infracción penal en Canadá.


Quebec buscó la independencia de Canadá tanto en los años 80 como en los 90, pero hace ya más de un cuarto de siglo que no se organiza ningún referéndum.


Si el rey vive ajeno a los problemas de su País comprenderemos que le traiga al pairo lo que piensen en Quebec de su persona. Mientras tanto, no duda en bañarse entre multitudes siempre que puede, pero en ocasiones el tiro le sale por la culata.


Una niña, que portaba una banderita británica, junto a numerosos escolares, recibieron al rey en el marco de un proyecto de inclusión social de jóvenes, en Londres, preguntándole la chiquilla, inocentemente, qué edad tenía.


En vez de decirlo sin reservas, mostrando así naturalidad, se le vio el plumero a Carlos III cuando le preguntó a la niña, a su vez, que cuántos creía ella que tenía. Respondió 96 años, porque es la información que le habrá llegado de la realeza, pues Isabel II ha muerto con esa edad, y la cría, seguramente, dio como respuesta al rey el único dato que recordaba de la monarquía, que le resultará ajena.


Lo ideal hubiera sido que el rey se parara con los niños, lo que no hizo, y les explicara lo que es la monarquía, lo que supone para el País además de algún consejo que pudiera serles útil a los chavales. Pero solo dio la mano, hizo acto de presencia, las cámaras le grabaron y objetivo cumplido para reforzar su imagen de cara al pueblo.


Tal vez la razón sea que ni el propio Carlos tiene clara la función que la monarquía puede realizar en la Gran Bretaña actual.

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