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Foto del escritorDaniel Rodríguez Castillo

El papel del líder en los servicios de emergencias

Actualizado: 3 mar 2023

El liderazgo es uno de los aspectos claves del éxito en la gestión de emergencias y crisis

Oficina con personas trabajando coordinadas
El "jefe" debe coordinar en todo momento

Dirigir no es fácil, y más aún en las tres fases de toda intervención: “antes”, “durante” y “después”.


Según la intensidad de la crisis, deberán dotarse de diferentes patrones adaptados a distintas situaciones.


Liderar en situaciones diversas

Colocando en pizarra prioridades
Saber actuar según el tipo de crisis

Por un lado, los líderes necesitan poder gestionar el caos generado y el desorden ocasionado donde la falta de información, la incertidumbre y los imprevistos que surjan hacen que se tenga que actuar muchas veces “sobre la marcha”.


Por otro lado, han de abordar situaciones rutinarias que generalmente requieren acciones más estandarizadas. Y aunque los requisitos de liderazgo pueden variar según el tipo de crisis, el medio ambiente, el tipo de organización, sector y el alcance del evento, es posible dibujar un marco de las competencias necesarias para la gestión de dichas emergencias.


Todos y todas tenemos presente que los gestores de emergencias deben tomar decisiones urgentes cuando la información aún no está disponible o acaba de llegar.


Es necesario satisfacer las necesidades operativas como respuesta al nuevo acontecimiento, dependiendo de ello la seguridad tanto de los ciudadanos afectados como de los propios intervinientes.


La tranquilidad de la población depende de la información que reciban las autoridades que son quiénes toman decisiones, sobre todo a nivel político.


Del mismo modo, la confianza de los miembros de los servicios de emergencias, a la hora de actuar, va a depender de sus respectivos mandos.


El liderazgo es una tarea estratégica que abarca todas las fases de la intervención

De hecho, un aspecto importante acerca de nuestra capacidad de afrontamiento al desastre es que, cuando sucede, miramos a nuestros líderes, a su visión y a su facultad de dirección, para que nos lleven de vuelta a la normalidad. Para que nos “cojan de la mano” hacia los objetivos marcados.


Los avances tecnológicos abren nuevos horizontes para la mitigación y preparación ante los desastres, así como para la superación de sus nefastas consecuencias, pero ese mismo avance tecnológico nos hace más vulnerables.


Los nuevos tipos de amenazas suponen un reto cambiante al que han de adaptarse los gestores de las emergencias. Cuando la incidencia es de escasa importancia los equipos de gestión son completamente capaces de manejar la respuesta.


Cuando la crisis es de mayor envergadura es cuando la cooperación entre todos los equipos de asistencia que intervienen supera el ámbito de lo básico. Es en esas situaciones donde se vuelve imperativo tener en cuenta la capacidad del líder para manejar la crisis con éxito. De lo contrario, estaríamos ante una clara propensión al fracaso.


Colaboración y adaptación

Las habilidades de un buen director de servicios de emergencias deben pasar por tener capacidad de cooperar con otras partes interesadas.


Un líder político que ejerza algún cargo con autoridad, durante el transcurso de una emergencia “debe tener la capacidad de comunicarse adecuadamente con otros políticos y con el público en general” (Barton 2001); debe manejar la gestión de emergencias “antes”, “durante” y “después” de los desastres.


El líder político debe coordinar eficazmente el o los organismos bajo su dependencia garantizando los recursos necesarios durante la emergencia que se presente.


Flexible en la toma de decisiones, adaptándose a las condiciones del desastre, comunicándose con el resto de servicios implicados e informando a la ciudadanía.


Las tareas claves para el éxito en el liderazgo de una emergencia son:

  • La anticipación (planificar procesos de preparación).

  • La toma de decisiones.

  • Implementar la coordinación.

  • Motivar y comunicar.

  • El aprendizaje (experiencia que sirva para la "próxima vez").


El Mando Único

Dando indicaciones con el móvil
Un solo mando que coordine

Dadas las especiales peculiaridades de los servicios de emergencias, siempre debe aplicarse el principio de “Mando único”, con un sistemático control de los recursos disponibles, que permita dirigir todas las operaciones hacia un objetivo claramente definido.


Operativamente hablando, es imprescindible destacar la importancia que tiene la persona responsable de un servicio de emergencia a pie de campo (sanitario, policial, social, etc.), ya que el desarrollo del mismo va a depender en gran medida de él.


Esa competencia de mando único la ejercerá el responsable del servicio en el momento de la actuación, al cual se subordinarán directamente todos los recursos destinados a la resolución de la incidencia.


Las instrucciones solo las debe dar el responsable del dispositivo, es decir, en un servicio de las características que nos ocupa, no se puede ejecutar lo hablado y opinado por todo el mundo.


Cada uno tiene una forma diferente de hacer las cosas por lo que ha de existir una única voz que oriente el servicio, y el resto acatarlo sin dilaciones y sin cuestionar la orden (“orden contra orden, igual a desorden”).


No se puede dar la imagen durante la intervención en la que se discuta o se dude; hay que actuar con la decisión necesaria y sin demora, de manera que el resultado sea lo más beneficioso posible para todas las partes.


Hay que saber mandar, y hay que saber obedecer. Cada uno debe ser consciente de su posición, responsabilizándose de ella. El equipo de trabajo debe estar cohesionado. De principio a fin. Desde lo más alto, a lo más bajo.


En la instrucción suelo poner como ejemplo de esa cohesión que si en un acto en defensa propia nos viéramos obligados a dar un golpe para repeler un ataque con el puño, los dedos deben estar unidos, juntos. Nudillo con nudillo, falange con falange; de lo contrario, la acción no será certera, ya que si un dedo se descuelga (se separa)… al golpear se romperá.


Conclusión: todo se subordina a un líder que se responsabiliza

Como conclusión podemos extraer del presente texto que el papel del líder es la persona a la que se deben subordinar todos los medios humanos y materiales, tanto para el buen desarrollo de la intervención, como para extraer el máximo rendimiento de todos los implicados en resolver el problema.


Ha de optimizar, de la mejor manera posible, los recursos a su alcance. No solo debe planificar y gestionar cada sesión de trabajo, sino que también es el responsable de generar la necesaria motivación, que permita sacar lo mejor de cada uno.


Un buen líder dará una imagen pulcra, inmaculada, ya que se le exigirá que cumpla su deber. Si está a la altura, entonces podrá exigir la misma rectitud y moralidad que él o ella muestran en su labor.


Va delante sirviendo de guía ya que debe posicionarse en primera línea, pues la responsabilidad del cargo lo conlleva; no colocarse detrás del riesgo exponiendo a los subordinados sin aportar nada.


El líder debe dar sin esperar recompensa a cambio, porque su propia entrega al servicio que realiza es el valor que ofrece a los demás, el espejo en el que se reflejan.

 

El autor, Daniel Rodríguez Castillo, es responsable del Grupo Operativo de Apoyo y Prevención (G.O.A.P.), de la Policía Local de Los Barrios (Cádiz); Máster en fenomenología terrorista por la UGR. Máster en Protección Civil y Gestión de Emergencias (Universidad de Valencia). Colaborador de la Red SAFE WORLD

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