La UE se plantea dejar de cambiar la hora, pero no se decide si mantener el horario de verano o el de invierno
En España cambiamos la hora retrasándola en la madrugada del domingo 26 de marzo: las 02.00 horas serán las tres. El objetivo de los Gobiernos que implementan este cambio horario en su agenda es aprovechar más la luz del sol para ahorrar suministro eléctrico y lo hacen muchos Países de todo el Mundo, según el hemisferio. La incongruencia es que, si se cambia de nuevo en otoño, en el cómputo anual, no se observa demasiado ahorro.
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Desde cuándo y dónde se cambia la hora
La Unión Europea mantendrá el cambio de hora estacional hasta 2026, año en el que se plantearán una hora fija para todos los Países que la conforman.
Se ha observado que el ahorro energético es mínimo si se vuelve a cambiar la hora en otoño, viéndonos obligados a encender las lámparas un par de horas antes con respecto a la primavera o el verano.
Hay muchos más países en el Mundo que no tienen cambio horario que aquellos que lo practican. En la U. E., Finlandia es el País que más aboga por dejar de cambiar la hora dos veces al año, pero de momento hay mayoría que prefieren hacerlo.
Como en la Unión, para cualquier medida que se tome y afecte a todos los Estados miembros debe haber unanimidad, no se aplica aún la anulación del cambio horario.
En España se hace desde 1940 anunciando la primavera, con días más largos puesto que anochece más tarde. Se debe a que el sol se halla sobre el Ecuador en ese momento por lo que los días duran igual que las noches (“equinoccio”, del latín aequinoctium, que significa “noche igual”).
Los países en torno a la línea del Ecuador no necesitan cambiar la hora; tampoco los territorios situados en los Trópicos (salvo algunos, como Cuba o Haití). En el continente africano ningún País cambia la hora.
El primer País que lo impuso fue Alemania, en plena Primera Guerra Mundial, para ahorrar en carbón, necesario entonces para quemar las calderas que convertían el agua en el vapor que impulsaba las turbinas que generaban electricidad. Les siguieron EEUU, en 1918, aunque en este País no todos los Estados lo aplicaban además de que el Senado aprobó en mayo que se deje para todo el País el horario de verano.
En Argentina o Uruguay no se cambia la hora salvo rara vez por alguna necesidad imperiosa de ahorrar suministro energético (que como vemos no es mucho). En cambio, en Chile y Paraguay sí la cambian.
Hay Países gigantescos con varios husos diarios como sucede con Rusia, China o India y sin embargo tienen un solo horario en todo su territorio, el de otoño-invierno.
¿Qué horario es el mejor?
El Senado de los Estados Unidos ya ha debatido la posibilidad de no cambiar más la hora y dejar permanentemente la de verano para todo el País. De hecho, desde 2022, en México es el horario de otoño-invierno el que se sigue todo el año. El Gobierno alegó problemas de salud por el esfuerzo que ha de hacer el organismo humano para adaptarse a cada cambio de hora.
Pudieran darse síntomas leves de afecciones cardiovasculares si se cambia la hora todos los años (síndrome conocido por sus siglas TAE o “Trastorno Afectivo Estacional”). Si se sufre alguna depresión, la somnolencia causada por el cambio horario no ayudará a solucionarla.
En México aplicaban el cambio de hora estacional desde hacía más de un cuarto de siglo hasta que el actual presidente, López Obrador, lo ha prohibido.
Solo en algunas ciudades mexicanas fronterizas con los Estados Unidos se mantiene ya que muchos de sus habitantes trabajan en el País vecino.
No son pocos los expertos en salud que consideran que el horario de invierno es más saludable que el de verano ya que es más natural y respetuoso con nuestro reloj biológico interno, según la Sociedad Española del Sueño. La Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles también defiende que deje de cambiarse la hora.
Si la idea es que toda la Unión Europea tenga un equilibrio horario, lo que significa que no amanezca demasiado tarde en ciudades del norte con respecto a las del sur, lo ideal sería mantener la hora estacional de otoño-invierno y no la de primavera-verano. En esas latitudes más próximas al Polo Norte, no se soluciona nada retrasando el reloj una hora. De hecho, en Islandia no se cambia desde los años 60.
La jornada laboral sería más productiva si se aplicara la lógica junto con el horario de invierno. Sin embargo, hay Gobiernos que abogan por el de verano, como el turco, que lo tiene permanente en su País, o el de Nueva Zelanda. En ello tiene mucho que ver el turismo, ya que con más horas de sol se disfruta más del paisaje y el ocio.
Nuestro equipo lo hemos debatido e imaginado como sería la jornada ideal con un horario u otro. Hemos llegado a la conclusión de que la jornada perfecta, con el horario de otoño-invierno, sería cesar de trabajar a las seis de la tarde (salvo aquellos servicios o tareas que no quede más remedio que hacer por la noche), cenar a las siete, acostarse a las nueve y levantarse a las seis de la mañana para comenzar de nuevo a las siete.
Por supuesto con las horas dedicadas a comer y descansar: media hora para el desayuno, hora y cuarto para comer, un cuarto de hora para el piscolabis de la media tarde y la media hora que se emplea en salir de casa para ir al trabajo junto a la otra media de regreso.
Supondría siete horas de trabajo diario, con tiempo para el necesario descanso pero apenas nos queda para las actividades propias de nuestro día a día. Ni que decir tiene que los fines de semana debieran ser libres o, si se trabaja, compensarlo durante la semana siguiente. Nos veríamos obligados a dejar para estos dos libres semanales cualquier asunto particular por no tener tiempo durante la semana.
Si finalmente Bruselas impone el horario de verano para toda la U. E., tendríamos una hora y media más de luz al día (en las ciudades del norte sería tan solo una hora más), pero no amanecería en muchos lugares hasta bien entrada la mañana, sobre todo en el sur.
Nuestro equipo, al imaginar una jornada con el horario estival permanente, consideró por mayoría que lo ideal sería lo siguiente: levantarse a las ocho de la mañana, comenzar a trabajar a las nueve y hacerlo hasta las seis de la tarde (con los períodos de descanso para comer incluidos).
Con el horario de verano permanente, podríamos cenar más tarde, en torno a las nueve, o las diez incluso, ya que nos daría tiempo a realizar la digestión antes de acostarnos y dormir las siete horas recomendables (u ocho si cenamos un poco antes).
Por cierto, imagino que sabrás, estimado lector, que no tienes que hacer nada en tus dispositivos: cambian automáticamente la hora.
La Comisión Europea no tiene claro si aplicar a toda la Unión un horario u otro, por lo que organizó una consulta en todos los Estados miembros en la que participaron millones de ciudadanos. El resultado fue que da igual el horario, pero sea el que sea que se adopte, que no se cambie más.
Teniendo en cuenta que España es un País en el que la población pasa mucho tiempo en la calle, debido al buen tiempo generalizado y a la tradición de bares y terrazas, es probable que cale más el horario de primavera-verano que el de otoño-invierno.
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