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Los Años de Plomo en Italia

Actualizado: 15 jun 2020

La "estrategia de la tensión" y la instrumentalización de la masacre

Hombre portando pistola
Los años 70 en Italia estuvieron marcados por la violencia terrorista

Si tuviéramos que escoger una palabra para describir los “Años de Plomo” en Italia, esta seguramente sería la palabra italiana “straggismo”, que proviene de “strage”, cuyo significado es masacre.


No cabe duda de que los italianos que vivieron aquellos años estaban rodeados de masacre y matanza: aparatos explosivos explotando en estaciones de trenes y en bancos, “Carabinieri” asesinados, granadas lanzadas a manifestantes y finalmente el secuestro y asesinato de Aldo Moro en 1978 a mano de la organización “Brigadas Rojas”.


Moro fue un político y pensador fundamental para la reconstrucción política y social de Italia durante la posguerra, al ser uno de los defensores más importantes del “Compromesso Storico (Compromiso Histórico)”, es decir, del acuerdo entre los partidos italianos con más representación durante los años de posguerra, a saber, la Democracia Cristiana, el Partido Comunista Italiano y el Partido Socialista Italiano.



La "estrategia de la tensión"

Bandera del grupo terrorista "Brigadas Rojas"

El asesinato de Aldo Moro constituyó la trágica prueba de la escalada de inestabilidad social y política en la sociedad italiana. Dicha inestabilidad amenazó todos los pilares e instituciones del Estado italiano. Sin embargo, el “straggismo” no era una meta per se, una expresión de nihilismo político e ideológico sin ningún otro significado; al contrario, era un elemento primordial para la “estrategia de la tensión”.


El objetivo era la desestabilización total de la realidad política y social de Italia. El término fue acuñado por Leslie Finer, corresponsal, entre otros medios, de la “BBC” y de “The Observer” en Grecia, durante la época de la junta militar (1967-1974). Finer escribió dos artículos el 6 y el 14 de diciembre del 1969 respectivamente, en los que desarrolló sus propias teorías sobre los esfuerzos de la junta militar griega para promover un golpe de Estado en Italia, a través de la ayuda ofrecida a miembros de la extrema derecha, a oficiales del ejército, así como a los “Carabinieri”. Ambos artículos parecen bastante acertados en relación a la realidad italiana de la época, sobre todo el segundo, donde se analizaba e interpretaba la "ola de explosiones" en Italia — en Milán y Roma —.


En la ciudad de Milán una bomba explotó en la oficina central de la “Banca Nazionale dell' Agricoltura”, en “Piazza Fontana”. Esta explosión, aunque no fue la primera, fue llamada “la madre di tutte le straggi" (la madre de todas las masacres)”; Colaprico 2014. Murieron 17 personas, resultando heridas otras 88. Antes de dicho suceso pero el mismo año (1969) varios artefactos explosivos estallaron en la sede de FIAT en Milán, resultando veinte personas heridas.


Como decía anteriormente, el periodista Leslie Finer plasmó sus hipótesis en dos artículos, ofreciendo en el segundo de ellos su propia explicación sobre esta serie de explosiones sangrientas, señalando que trajeron de vuelta el miedo a la sociedad italiana. La inestabilidad generada contribuyó en gran manera a los partidos y movimientos de extrema derecha y neofascistas a promover su discurso acerca de la necesidad de “soluciones extraparlamentarias” para establecer la normalidad y la seguridad. Reseño, a continuación, un fragmento del artículo de Finer pues logró, como se probó posteriormente, prever todo lo que iba a suceder en la sociedad italiana durante las décadas turbulentas de los “Años de Plomo” (lo traduzco del original en inglés; Bull 2011, 66):


<< Para la formación de la Derecha en su conjunto, desde los socialistas de Saragat hasta los neofascistas, la inesperada calma del “otoño caliente” amenazaba con hacer desaparecer el miedo de revolución con el que contaban. Los que plantaron las bombas trajeron de vuelta el miedo a Italia. Incluso antes del bombardeo, la desesperanza general del público con respecto a los remedios que la política podía ofrecer había contribuido a la aparición de acciones cada vez más irregulares fuera del contexto político regular (…) la Derecha habla cada vez más confiada sobre “soluciones” extraparlamentarias. Había rumores sobre grupos de acción de ideología de derecha y de comités para la seguridad pública >>.


El fragmento anterior resume de manera muy precisa los años que posteriormente se llamarían “Años de Plomo”. Explosiones de bombas, ideólogos de extrema derecha, activistas mezclados con agentes del Estado y del ejército.... El objetivo final era provocar una situación dominada por el caos y la matanza, donde la única salida sería una solución definitiva -muy probablemente antidemócrata- que acabaría con la inestabilidad e impondría la seguridad y el equilibrio, sacrificando, si fuera necesario, la libertad de los ciudadanos.


Las fuerzas tanto de extrema derecha como de extrema izquierda, conscientemente o no, tuvieron un rol muy activo durante esta época de desesperación, matanza y caos. Finer señala muy acertadamente que el objetivo real de todas las fuerzas implicadas en esta situación de desequilibrio total era imponer el miedo y atacar frontalmente la esperanza todavía viva de los ciudadanos en una solución pacífica que garantizase la vuelta a la normalidad política y social.


El espíritu “nihilista” del “straggismo” se expresa de manera explícita en las conversaciones entre los miembros del grupo neofascista “Ordine Nuovo” durante una reunión después de la masacre en Brescia, el 28 de mayo de 1974, cuando a lo largo de una manifestación antifascista un artefacto explosivo explotó dentro de un contenedor matando a ocho personas e hiriendo a 102.


Según las notas de un informante infiltrado, unos días después de la masacre, miembros del grupo “Ordine Nuovo” se reunieron en Milán e hicieron planes con respecto a la estrategia a seguir en lo sucesivo. Según el informante, los miembros del grupo comentaron que la acción política de los grupos de ideología de ultraderecha podría seguir adelante sólo en clandestinidad y a través de una acción militar directa que aspirase a la creación de un clima político semejante al del este de Irlanda. Asimismo, sigue el informante, el caos y el desorden creados podrían provocar la intervención de fuerzas que, de otro modo, no hubiesen querido intervenir. De esta manera, gracias al estallido de violencia, la sociedad no estaría dispuesta a aceptar el “compromiso histórico”, provocando así reacciones violentas por todas partes, que sólo acabarían con la intervención de las Fuerzas Armadas (Giannuli & Rosati, 2017, 188-189).


Resumiendo, durante los “Años de Plomo”, las fuerzas de extrema derecha y neofascistas aspiraban al surgimiento de una inestabilidad política total que acabase con cualquier posibilidad de que les permitiese al comunismo y a la izquierda entrar en la escena política italiana. Como veremos, los movimientos neofascistas encendieron la llama de la violencia política y, más de una vez, Italia estuvo en peligro real de ser objeto de un golpe de Estado.



Plan Solo: el proyecto de golpe de Estado


El General Giovanni de Lorenzo fue comandante-general de los “Carabinieri” y jefe del SIFAR (Servizio Informazioni Forze Armate/ Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas) desde el año 1955 hasta 1962. Este militar se convirtió en un actor importante de la escena italiana en aquella época, al tener bajo su control tanto el principal Cuerpo de Seguridad como a la Inteligencia militar. Según Franco Ferraresi (Threats to Democracy, 1996, pag. 76), De Lorenzo había colocado a subalternos leales en posiciones claves para garantizar el control absoluto sobre la financiación y el desarrollo de las operaciones.


Con todo el poder que acumulaba, De Lorenzo puso en marcha el controvertido plan de montar una brigada mecanizada de tanques M47 y otra de transportes blindados de personal M113, con el objetivo de utilizarlas en operaciones de las Fuerzas del orden. Otro acto significativo del comandante-general fue reunir, a través del SIFAR, 157.000 carpetas de personas públicas, como políticos, empresarios o incluso personas del clero. Estas carpetas contenían datos estrictamente personales e información sobre asuntos privados; información que en ningún caso era vital para la seguridad nacional.


Según Ferraresi, el objetivo del “Plan Solo” era la ocupación de todos los edificios gubernamentales importantes, de instalaciones de telecomunicaciones, de las sedes centrales de partidos de izquierdas así como de sus periódicos, y controlar también las emisoras de televisión y radiofonía nacional. Asimismo, los “Carabinieri” serían la única fuerza que ejecutaría el plan -de ahí el nombre “Plan Solo”-, excluyendo todos los demás Cuerpos de Seguridad, como por ejemplo la Policía.


Contrario a los planes normales de emergencia, donde las unidades locales de los “Carabinieri” plantean los planes de acción bajo las directrices de la Policía en acuerdo con las fuerzas militares, en el “Plan Solo” las unidades principales de los “Carabinieri” tendrían el apoyo de un grupo de veteranos de dicho Cuerpo de Seguridad militar; este grupo, cuya existencia difícilmente podría considerarse legal, participaría activamente como apoyo a las fuerzas del “Plan Solo” y trabajaría al lado de “grupos irregulares” de civiles reclutados, escogidos en secreto durante los años anteriores a través de una oficina especial del SIFAR. Entre estos civiles había miembros de la “Repubblica Sociale Italiana (RSI)/ República Social Italiana” y paracaidistas. Finalmente, si el plan se ejecutaba, se proyectó detener a unos 800 “elementos peligrosos” que serían expulsados a Cerdeña.


A pesar de la organización y de los medios disponibles, el plan no siguió adelante. Al contrario, se convirtió en un escándalo cuando el periódico semanal L’ Espresso publicó el 21 de mayo de 1967 un artículo escrito por Lino Januzzi sacando a la luz el “Plan Solo”. En 1971, De Lorenzo entró en las filas del movimiento neofascista MSI (Movimento Sociale Italiano/ Movimiento Social Italiano) donde permaneció hasta fallecer dos años después.


El “Plan Solo” era un síntoma más de una sociedad radicalizada esperando la gran explosión. Dicha explosión tuvo lugar durante los “Años de Plomo”, cobrándose un precio muy alto de víctimas y muertes. Sin embargo, el esquema político de Italia podría entenderse mejor una vez situado en su contexto político internacional.


Después de la caída de las fuerzas del Eje, el mundo se dividió en función de lo decidido en la conferencia de Yalta. Italia debía protegerse a toda costa de la “amenaza comunista” y los Estados Unidos no permitirían nunca cualquier intervención comunista, ni siquiera a través de la difusión ideológica. Las fuerzas neofascistas dentro del territorio italiano compartían las mismas ideas anticomunistas, pero sin estar totalmente de acuerdo con los Estados Unidos y la influencia de este País en Italia.


Los países vecinos también proporcionaban sus propios medios para la creación de un “Telón de Acero” anticomunista. En Grecia, en el año 1967 tuvo lugar el golpe de Estado de los militares, Portugal estaba bajo el régimen de Salazar y España bajo el de Franco. Todos estos países tuvieron mucho que ver con la expansión de la ideología y activismo neofascista en Italia; en cualquier caso, lo más importante es que constituían el ejemplo vivo de que una intervención autoritaria y el establecimiento de una ideología radical de la Derecha era mucho más que un simple delirio. Aunque la imposición política de un régimen tal fuese posible en Italia, dada la gran cantidad de personas involucradas en las filas de los partidos de extrema derecha y de los movimientos neofascistas, finalmente el plan no prosperó, a pesar de que el uso extenso de violencia y terror pudiese posiblemente provocar el caos requerido para acelerar esta intervención.


Aún más, cuando la opción de una intervención autoritaria no fue fructífera y no se produjeron los resultados imaginados, la idea de una solución política empezó a desvanecerse, abriendo el paso a un nihilismo que sembró la tierra italiana con abundante sangre, derramada por fuerzas cegadas por la pura rabia; estas fuerzas, habiendo perdido la brújula ideológica que pudiese “legitimar” sus acciones, se dedicarían de manera absoluta a una masacre sin precedente en la sociedad italiana, donde la destrucción y las matanzas seguirían sin parar en nombre de la venganza y de la caza de los traidores.



Referencias


 

Georgios Karakasis es experto en contraterrorismo (Máster en Fenomenología Terrorista/ UGR), doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco, con una Tesis sobre la filosofía de la guerra y licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad de Atenas así como colaborador de la Red SAFE WORLD

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