Los líderes terroristas actuales apuestan por una violencia impactante que cause el mayor daño económico y político posible
Persiste en la actualidad esa lucha ya no tan soterrada de poder por la supremacía y la influencia geopolítica que involucra diversos aspectos: el anticolonialismo para unos, el dominio monopólico de las reservas de los recursos naturales para otros.
Dentro de dicho contexto, el azote o flagelo del integrismo islámico se enfoca en conflictos a un nivel global en el impacto de sus acciones y propaganda, enarbolando la bandera de la opresión de sus pueblos por las potencias occidentales y ambicionando una expansión de connotaciones políticas y religiosas de la fe musulmana. Dicha expansión está representada en la Sharia, o el régimen de gobierno político sustentado en la interpretación del Corán en Regiones o ciudades donde estratégicamente se han establecido y ejercen el control como base de una futura y progresiva expansión territorial, aun cuando ISIS ha sufrido en 2018 serias derrotas militares en distintas zonas de conflicto en las cuales actúa, sobre todo en Siria e Irak.
Aquí subyacen el ideal y la aspiración actual de constituir un nuevo Estado Islámico supranacional, al menos en la unidad de su espiritualidad, y en determinadas ocasiones en las que puedan asumir el protagonismo conjunto en el plano internacional, a pesar de sus territorios dispersos, alzándose como una sola voz. Pretenden ser fieles representantes de las aspiraciones políticas y culturales de sus pueblos y se “sacrifican” al cultivo de los valores que expresan su identidad en clave religiosa.
Se revela entonces otra faceta, más allá de la propaganda yihadista radicalizada a través de mensajes en los medios de comunicación, o la de la violencia ocasional para sembrar el miedo o los teatros de operaciones: la necesidad de mantener vivo -con tenacidad- el movimiento a través del tiempo y con paciencia para adoctrinar a las nuevas generaciones (como sostiene Mustafá Setmarian) a la espera de un triunfo futuro. A los actuales líderes terroristas les queda claro que la victoria de sus ideas no la verán en el transcurso de sus vidas. Ni siquiera aspiran o entrevén la derrota militar de sus enemigos, apuestan a su desangrado y al impacto de una violencia que es real y ostensible en cuanto a los daños económicos, políticos y de imagen que provoca.
Mustafá Setmarian
Este individuo alcanzó uno de sus puntos culminantes cuando conoció y se vinculó a Bin Laden en Afganistán en los inicios de al-Qaeda, y a los que luego criticó por sus estrategias. Su perfil lo señala como un experimentado instructor, un experto en guerra de guerrillas, editor, periodista y autor de varios libros. En 2004 publicó el volumen “Llamada a la resistencia islámica global”.
A través de su obra-guía, Mustafá Setmarian se volvió el más influyente ideólogo de las técnicas que utiliza el yihadismo actual, como es el caso del ISIS, dándole un nuevo impulso, después de un período de estancamiento tras los atentados del 11-S y la consiguiente represalia occidental con el exterminio de los campos de entrenamiento en Afganistán y la ocupación de Irak.
Renovó su estrategia y las tácticas operacionales, planteando el desarrollo de una nueva fase de la yihad que implica el diseño, planificación y ejecución del acto terrorista por individuos solitarios y pequeños grupos autónomos (o células) según sus propias capacidades, sin conexión entre ellos y desvinculados de liderazgos jerárquicos. Actuando en una amplia diversidad de frentes para desmoralizar y desgastar al enemigo, confrontando a través de una guerra de guerrillas y ejerciendo el control de zonas o territorios para establecer un Estado Islámico y/o un nuevo Califato.
Las ideas de Mustafá Setmarian suponen una mayor flexibilización de las aplicaciones terroristas, de su modus operandi y de sus pautas de organización y actuación. La situación planteada es compleja, ya que esta oleada terrorista, monopolizada por el integrismo islámico que actúa a nivel internacional (coordinada por una renovada al-Qaeda), es la peor de todas las padecidas en la historia. Hay una diferencia crucial en su radicalización, que involucra la fe religiosa y la posible autodestrucción (actual terrorismo suicida), como una vía virtuosa para alcanzar sus objetivos.
¿Por qué no se avizora en el corto plazo que se esté ganando la guerra al terrorismo yihadista? Entre otras razones, porque las redes de terroristas tienen una capacidad organizativa más flexible, o sea, una ausencia de estructuras rígidas que las vuelven más fácilmente manejables, con el agravante de estar unidas por sistemas informáticos y de telecomunicaciones, de los cuales son especialistas.
La crisis y posterior Guerra del Golfo de 1990-1991 incluye lo que puede considerarse un hito en estas guerras de nueva generación: el despliegue mediático llevado a cabo por la cadena CNN sobre dicho conflicto. Ese momento histórico crucial y el desarrollo de las nuevas redes precipitó aún más el auge del terrorismo internacional, ávido de puestas en escena espectaculares y golpes publicitarios. La llamada info-guerra presenta un panorama preocupante, y una situación en cuya veloz evolución gran parte de la ciudadanía no participa. No sólo es un flagelo que afecta a Europa y Estados Unidos. Incumbe al mundo occidental y a todo país sujeto a la dominación ideológica a través de la propaganda y el miedo.
En el fondo preocupa la metodología utilizada por el terrorismo yihadista en cuanto a salvajismo, propaganda y miedo, envueltas todas sus acciones en motivaciones no solo políticas sino también religiosas, intolerantes y cercenadoras de la libertad humana. Atentan incluso contra la libertad de sus propios pueblos y, más aún, de género, con sus, como ya fue expresado, postulados e intentos de imponer la legislación islámica o Sharia en las zonas donde puedan influir o ejercer control.
Quizá los grupos terroristas islámicos podrán sobrevivir en estas circunstancias, sobre todo cuando es casi imposible infiltrarlos, situación en la cual quedan reflejados los inconvenientes de los actuales Servicios de Inteligencia occidentales para combatir y coordinar acciones contra este flagelo. Tal vez un reflejo de su estado desarticulado o desprestigio en algunos casos, padecidos al finalizar la guerra fría, como en los casos de la CIA y el Mossad.
Se podría decir que sólo un trabajo conjunto y coordinado de países aliados podría socavar el accionar del integrismo islámico. Tampoco se otean actualmente alternativas a las guerras preventivas y sus daños colaterales. La idea es, sin desmedro de los imprescindibles medios tecnológicos actualmente en uso, y en territorio propio de víctimas y victimarios, revalorizar la tarea de la Inteligencia humana o Humint.
En síntesis, desde la segunda década del siglo XXI y a través de los postulados doctrinarios de Mustafá Setmarian, se aprecia una evolución notoria en las estrategias, técnicas y tácticas operacionales de los integristas islamistas, adoptadas por grupos como el ISIS. Pero no se trata de una simple evolución. La nueva yihad pergeñada por Setmarian ha roto con viejos patrones organizativos (selló el pasado de al-Qaeda hasta su actual revitalización), instaurando un nuevo paradigma o modelo a seguir. Nuevos aspectos se han vuelto relevantes en el diseño y ejecución del acto terrorista y en la misión última.
Se asiste a una nueva etapa u oleada signada por el acceso a la cultura digital, la multiplicidad de objetivos en distintos frentes, aún entre su propia población, y lo impredecible del terrorismo suicida en ascenso, obligando con esto a los gobiernos que los combaten a redefinir y priorizar sus políticas de defensa, prevención hacia el interior de sus propias fronteras e intervencionismo armado.
El presente artículo forma parte de un serial, titulado Bajo el imperio de las ideas terroristas: Viejos y nuevos escenarios estratégicos, inspirado en el TFM del autor en el Máster sobre fenomenología terrorista de la Universidad de Granada
Próxima entrega: Atentados suicidas; objetivos y organización
Autor: Mauricio Javier Campos es experto en contraterrorismo (Máster sobre fenomenología terrorista por la Universidad de Granada) y miembro de la Red SAFE WORLD
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