Supuso el inicio del terrorismo internacional como lo entendemos hoy, cuando unos individuos con pasamontañas tomaron la residencia israelí de la villa olímpica de Múnich
El grupo que reivindicó el ataque se hacía llamar “Septiembre Negro” y su portavoz decía ser de Palestina. El responsable de la delegación olímpica de Egipto se ofreció como mediador con los terroristas ofreciéndoles cuánto dinero pidieran, con el respaldo de los Estados tunecino y libio. El grupo criminal ya había actuado en Egipto, el año anterior, asesinando al primer ministro jordano en El Cairo.
El ataque de Septiembre Negro
Cuando todavía dormían en la villa olímpica, el cinco de septiembre (los Juegos comenzaron el 26 de agosto), ocho individuos con pasamontañas y armados entraron haciéndose pasar por deportistas.
Una vez dentro, los terroristas sacaron sus armas y granadas, dirigiéndose a la residencia israelí. Hicieron mucho ruido lo que despertó a uno de los entrenadores que avisó a sus compañeros logrando huir nueve de los 17 deportistas de la delegación de Israel, sin embargo, el entrenador Moshe Weinberger y otro miembro del equipo de alterofilia se enfrentaron a los terroristas muriendo en el forcejeo.
Media hora después, la Policía ya estaba en la zona preguntando a los secuestradores que pedían a cambio de la liberación de los rehenes. La reacción fue rápida, a pesar de que aún era madrugada, porque el jefe de la delegación olímpica israelí avisó a los miembros del Comité Olímpico de Israel, alojado en varios hoteles de la ciudad; avisó también a los medios de comunicación.
El comando sabía a qué habitaciones debía dirigirse. Los israelíes dirían que los secuestradores contaban con información sobre las habitaciones en las que se alojaban los diferentes equipos ya que de lo contrario no se entiende que no se dirigieran a la que alojaba al equipo de tiro olímpico, con los que mejor no debían meterse. Así que fueron a por los otros deportistas o al menos es la teoría esgrimida por uno de los supervivientes.
Unos deportistas norteamericanos les vieron e incluso les facilitaron la entrada al pensar que eran atletas; la seguridad en el complejo era mínima (a raíz del suceso, a partir de los siguientes Juegos Olímpicos, la seguridad adquiriría una gran importancia). Y es algo que no se termina de entender puesto que en teoría miles de policías y soldados custodiaban la ciudad de Múnich durante los Juegos.
La prensa publicó que la embajada del País germano en el Líbano avisó al Gobierno alemán de posibles ataques terroristas durante las olimpiadas un mes antes de celebrarse.
El propio Gobierno, con su silencio, aceptaría su responsabilidad (ya sabemos que quién calla otorga). Antes tuvo que mediar un largo proceso judicial puesto en marcha por las familias de las víctimas que finalmente concluyó con una compensación estatal alemana de tres millones de euros otorgada tres décadas después de los acontecimientos.
La negociación con las autoridades alemanas
“Septiembre Negro”, vinculado a la organización Al Fatah, requería la puesta en libertad de 234 presos palestinos que se hallaban en cárceles israelíes. Si el Estado de Israel no accedía, aseguraban que matarían a los rehenes dando un primer plazo hasta las nueve de la mañana.
Se llegó a las cinco de la tarde e Israel no daba su brazo a torcer. Si bien los Juegos continuaron con la jornada prevista, ya en la tarde se interrumpieron -aunque al día siguiente continuaron como si no hubiera pasado nada-.
El Gobierno alemán, ante la negativa israelí a negociar con los terroristas, decide ofrecerles una salida facilitándoles un vuelo a un País que acepte colaborar. Egipto se ofrece y los alemanes trasladan en tres helicópteros a terroristas y rehenes desde la villa olímpica al aeropuerto de Fürstenfeldbruck. Pero las Fuerzas de Seguridad alemanas han preparado un plan de rescate.
Los miembros del comando no terminan de fiarse y no bajan todos de los helicópteros sino tan solo cuatro de ellos, comprobando que no les aguarda ninguna sorpresa en el avión que les trasladará a Egipto. Sin embargo, un comando policial de cinco agentes especiales se halla dentro del avión. Al ver que varios terroristas se acercaban al mismo salieron para evitar ser descubiertos.
Los terroristas regresan a los aparatos donde continúan el resto del comando y los rehenes, para decirles que no hay policías o soldados en el avión.
Un francotirador alemán dispara desatándose un tiroteo que acaba en verdadera tragedia: muere un policía en el intercambio de tiros entre los terroristas y los agentes.
Los miembros del comando permanecen durante horas dentro de los helicópteros no atreviéndose a salir hasta que toman la decisión de matar a los rehenes soltando granadas en los helicópteros y aprovechando la confusión para intentar huir.
Todos los atletas mueren, cinco de los terroristas serían abatidos y tres detenidos por la Policía. Se supo después que Israel se había ofrecido para planificar el dispositivo de rescate, pero los alemanes rechazaron la oferta considerando que podían arreglárselas por sí mismos.
En el funeral, las banderas nacionales se izaron a media asta salvo las árabes.
Las reacciones al ataque terrorista en Munich
Mes y medio después del suceso, Septiembre Negro entra de nuevo en acción secuestrando un avión de la compañía alemana Lufthansa. A cambio de su liberación solicitaban que los tres terroristas supervivientes de Múnich fueran entregados a la organización y el Gobierno alemán, a diferencia del israelí, sí liberó a los terroristas.
Los documentos desclasificados cuarenta años después de la tragedia revelan que una delegación del Gobierno de la República Federal de Alemania se reunió con "Septiembre Negro" acordando que no atacaran más objetivos alemanes ni volvieran a llevar a cabo atentados en suelo alemán.
Israel puso en marcha la Operación “Ira de Dios” de persecución y eliminación de los instigadores del ataque de Múnich. Sabían que no podían confiar en ningún Gobierno europeo o de cualquier otro lugar. Ya confiaron en los alemanes y resultó un fiasco.
El informe que el Mossad hizo de la actuación alemana en Múnich para intentar rescatar a los rehenes indicaba que solo había cinco francotiradores para un comando de ocho terroristas armados hasta los dientes.
Los israelíes consideraban - y cualquier experto en intervención policial lo corroboraría -, que en una situación de secuestro con rehenes se requiere de dos francotiradores por terrorista para asegurar el disparo y que no huya o mate a los rehenes. Además, el informe israelí añadía que los francotiradores alemanes no portaban rifles de precisión y carecían de visores nocturnos. Por si fuera poco, estaban mal dispuestos para alcanzar de modo efectivo a los objetivos.
El colmo es que no se cerró la carretera que comunicaba con el aeropuerto para que los vehículos blindados que se desplazaron al mismo no tuvieran obstáculos encontrándose con un tráfico abundante por lo que llegarían tarde.
Ni siquiera había coordinación con los pilotos de los helicópteros pues de haberla el aterrizaje se habría producido en los puntos que se habían dispuesto previamente para evitar lo que sucedió: que los terroristas utilizaran los helicópteros como barricadas.
El lugar idóneo para desplegar el dispositivo de rescate, para los israelíes, hubiera sido la villa olímpica lo que significaba no dejar salir de la misma a los asaltantes. En cambio, el Gobierno alemán no quería que los numerosos periodistas destacados en la zona mostraran al Mundo lo que sucedía por la mala imagen que les daría. Dispusieron que el rescate se llevara a cabo lejos de las miradas de la prensa, en un aeropuerto militar.
Tras la masacre, la delegación israelí abandonó Alemania al día siguiente y los egipcios lo harían un día después por temor a que sufrieran otro ataque ellos puesto que habían colaborado con Alemania e Israel.
La Operación “Ira de Dios” abrió la puerta a la nueva lucha contraterrorista israelí de asesinatos selectivos de objetivos vinculados a grupos u organizaciones que atentaran contra intereses o ciudadanos israelíes. No se producían solo en suelo israelí o palestino sino en cualquier lugar del Mundo donde detectaran esos objetivos terroristas. Este sistema estuvo en vigor más de treinta años.
En las Olimpiadas de Londres-2012, con motivo del trigésimo aniversario de la matanza de Múnich, el equipo israelí solicitó un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas, pero no se aprobó por temor al boicot de las delegaciones árabes (46 Países).
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