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Los arrepentidos del ISIS: ¿víctimas o farsantes?

Se agolpan en campamentos de refugiados controlados por las FDS kurdas pero sus Países no se atreven a repatriarles al desconfiar de su pasado

Mujeres árabes en medio del conflicto bélico
Mientras caen los últimos reductos del ISIS, las mujeres que se les unieron piden que se les repatrie a sus Países

La caída del autodenominado Estado Islámico no solo es noticia por la derrota de la organización terrorista sino también por el destino de las mujeres que marcharon a unirse a los combatientes, como Hoda Muthana, una chica de Alabama de 24 años de edad cuyo padre ha solicitado se le permita regresar a Estados Unidos. El presidente Donald Trump se ha negado en redondo ante lo que el padre de la muchacha, Ahmed Ali Muthana, ha recurrido a un tribunal en Washington argumentando que como estadounidense de nacimiento tiene garantizada su nacionalidad. Cuando Hoda nació su padre estaba destinado en Washington como diplomático de Yemen.


Hoda tiene un hijo de poco más de dos años y dice estar arrepentida de la decisión que tomó hace seis años, cuando marchó a Siria. Pero el Gobierno de Estados Unidos no se cree su arrepentimiento y, alegando motivos de seguridad nacional, ha prohibido su regreso.


Hoda acepta que se le juzgue por ofrecer apoyo técnico a una organización terrorista pero dice que no desea que su hijo pague las consecuencias de sus actos, deseando que sus abuelos puedan hacerse cargo de él.


El Departamento de Estado argumenta que no por el hecho de que naciera cuando su padre ejercía de diplomático ya tiene la nacionalidad puesto que se trataba de algo circunstancial, pero su progenitor asegura que ya había dejado la carrera diplomática y residía en New Jersey, trabajando en otro sector. Su hija adquirió documentación regular como ciudadana y su pasaporte era totalmente legal cuando decidió marchar a Siria, en 2014. El anterior Gobierno de Barack Obama ya le había retirado el pasaporte cuando descubrieron que marchó a Oriente Medio a combatir con los yihadistas.


Finalmente, en noviembre de 2019, un juez federal dictaminó que el gobierno de los Estados Unidos está en lo correcto cuando alegó que una persona que se une a una organización terrorista como el ISIS no es ciudadana aunque haya nacido en el País, lo que los abogados de la familia han apelado. El Centro de Derecho Constitucional para musulmanes en Estados Unidos les presta asistencia jurídica.



El califato islamista no se ha derrumbado aún


La actividad del ISIS se ha reducido al centro y norte de Irak (Provincias de Saladino, Nínive, Kirkuk y Al Anbar), donde los yihadistas lo mismo atacan a shiíes que a kurdos. Pero es más de lo que cabía esperarse teniendo en cuenta que se movilizó durante años la mayor coalición militar internacional desde la Segunda Guerra Mundial para acabar con el ISIS, y puede comprobarse como fue un fracaso, ya que continúan activos.


El Ministerio de Defensa iraquí asegura que no han dejado de investigar y que continúan persiguiendo a las células que aún se esconden en esos territorios. Pero la pandemia del nuevo coronavirus paralizó durante meses la actividad contraterrorista en Irak, cuyos efectivos policiales y militares se afanan en controlar la expansión del patógeno (más de 30.000 contagios), lo que ha recrudecido la crisis política que ya vivía el País.


Las infraestructuras iraquíes son débiles debido a la guerra. Se ha construido un hospital de campaña en un terreno en las afueras de Bagdag por el repunte de los contagios y 1.100 defunciones hasta el momento, con cientos de nuevos casos y decenas de muertes a diario.


En el boletín Al Nabaa, que publican semanalmente, el ISIS reivindicó 40 ataques: 29 en Irak y 11 en Siria, en la primera semana de abril con lo que, de ser cierto, han estado muy activos incluso durante la pandemia. Consideran que el coronavirus ha sido un castigo divino lo que vienen publicando desde marzo pasado, cuando se inició la pandemia global: "El miedo al contagio les ha afectado más que el contagio en sí mismo", no paran de decir en su boletín de noticias.


Gran Bretaña, Francia, Canadá y España han reducido sus respectivos contingentes militares en Oriente Medio para evitar un contagio masivo de sus tropas. Por su parte, Estados Unidos entregó el mando de varias bases militares a las autoridades militares iraquíes.


El ISIS está intentando beneficiarse de la situación aprovechando la debilidad institucional y el repliegue de las Fuerzas de Seguridad. Si a ello añadimos la descoordinación sobre el terreno entre los pershmerga kurdos y el ejército iraquí, así como la desestabilización política con dos renuncias de las personas que han ocupado el cargo de primer ministro en los últimos meses, junto a la crisis económica ocasionada por la bajada del precio del petróleo, la situación que se avecina no es nada halagüeña.


La organización Hashid Shaabi, de tendencia shií y con respaldo de sectores iraníes, ataca continuamente posiciones militares estadounidenses. El Pentágono señala a Hezbolá como el grupo terrorista detrás de Hashid Shaabi, por lo que el Departamento de Estado ha ofrecido una recompensa de diez millones de dólares a quién o quiénes den información que lleve al paradero del sheij Mohamed al Kawzarani, el comandante de las fuerzas de Hezbolá en Irak.


Así que el ISIS aprovecha que las tropas estadounidenses se han volcado en Hezbolá y que las Fuerzas de Seguridad iraquíes y milicias kurdas no se entienden, para reactivar su campaña de terror.


Con respecto a Siria, las fuerzas del ISIS que aún quedan en pie se han reducido a unos pocos cientos de muyahidines de un ejército que en 2014 era de 200.000 “soldados”. Frente a ellos, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) les combaten como pueden sin conseguir acabar con los terroristas. De hecho, seis soldados sirios murieron recientemente en un nuevo ataque del ISIS en el centro del País, resultando heridos otros nueve, según informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Pero las FDS aseguran haber detenido a 17 miembros del ISIS en el noreste de Siria en el marco de la operación a la que han denominado "Determinación del terrorismo", la más importante desde marzo de 2019, cuando teóricamente habían acabado con el ISIS. Las Provincias de Deir ez-Zor y Hasakah son las que aún sirven de refugios para los yihadistas.


Desde febrero de 2019 se han estado reconstituyendo en norte de Irak llevando a cabo secuestros, cobrando rescates con los que financiarse. El ejército iraquí lo sabe, asistiendo a un renacimiento de la organización terrorista la cual está creando una red de extorsión a comerciantes, que es precisamente como comenzaron en sus inicios, allá por 2013-14, cuando se separaron de al-Qaeda.


Los terroristas cuentan con grandes cantidades de dinero que tenían a buen resguardo en zulos junto con armas ligeras, escondites excavados cuando dominaban toda esa franja de territorio. Antes de ser expulsados escondieron dinero y todo un arsenal en lugares que solo ellos conocen y que ahora están recuperando en las incursiones que realizan a través de la frontera. Los iraquíes se ven superados por la situación por lo que piden más apoyo internacional ya que de cada célula que detectan son conscientes de que cuatro más han cruzado la frontera sin ser vistos.


Suelen captar la atención de los soldados iraquíes disfrazados de pastores para que mientras son identificados y detenidos, otros comandos aprovechan para pasar la frontera, acceder a los zulos y con las armas recuperadas llevar a cabo atentados en Siria e Irak. En este último País se suponía que el ISIS había sido totalmente vencido hacía más de un año, pero ahora sobrevive en forma de guerrilla en las zonas rurales.


Las FDS han detectado a terroristas entre los civiles que evacuan, avisando que entre los refugiados que consiguen llegar a Occidente pudiera igualmente haber yihadistas haciendo creer a las ONGs que huyen también del terrorismo y del conflicto sirio; por ello, la coalición internacional filtra a los desplazados que llegan a la Base de Al Aluni, cerca de la frontera de Irak, por si hubiera algún terrorista infiltrado. Para evitar que se les juzgue, muchos de ellos dicen ser trabajadores que se vieron atrapados en el territorio controlado por el ISIS. A los hombres se les toman las huellas dactilares y se les fotografía preguntándoles por sus datos personales; en cambio, a las mujeres, unas 500, a las que no se considera una amenaza, se les envía directamente a la Base de Al Hol, junto a los menores de edad. Sin embargo, las FDS han entregado a las Fuerzas de Seguridad iraquíes decenas de terroristas del ISIS, entre los que se hayan también mujeres y menores.



¿Es creíble el arrepentimiento de las mujeres del ISIS?

Mujer con niqab
¿Qué esconden tras su mirada las mujeres del ISIS que dicen haberse arrepentido?

El caso de Hoda Muthana, con el que abría el artículo, no es el único de una esposa de terrorista y madre, aparentemente arrepentida. Ahora mismo hay unos 8.000 niños en los campos de refugiados, hijos de extranjeros que se unieron al ISIS (750 de origen occidental) y varias decenas están solos, sin sus padres, los cuales han desaparecido o muerto. Los kurdos dicen que no tienen medios para mantener a los 14.000 terroristas extranjeros que se encuentran en sus cárceles, sus esposas e hijos por lo que debieran ser sus Países de origen los que les reclamaran para ser encarcelados en sus propias prisiones.


El peligro estriba en que, si no se les puede encarcelar en Siria o Irak por falta de medios, se corre el riesgo de que se les ponga en libertad o sencillamente huyan. Si esto sucede, pudieran regresar a Europa o Norteamérica (o cualquier otro lugar de donde sean) y atentar en sus Países de origen.


De entre los yihadistas en cárceles vigiladas por los kurdos, según el Soufan Group, el origen mayoritario es Túnez, pero hay más de 2.000 occidentales o personas de origen árabe nacionalizados en Países europeos que estos se resisten a repatriar. La Casa Blanca les insta a que lo hagan, pero no dio ejemplo al rechazar la petición de Hoda Muthana de ser juzgada en Estados Unidos y que se haga cargo su familia, radicada en ese País, de su hijo, el que tuvo con uno de sus tres maridos yihadistas puesto que se casó en tres ocasiones mientras duró su estancia en territorio controlado por el Estado Islámico.


Pero Hoda no es una víctima. A la CNN envió una nota manuscrita en 2015 animando a cometer atentados y a que se unieran a las filas del ISIS más estadounidenses como lo habían hecho australianos y británicos. En cambio, a la cadena ABC, cuatro años después de aquella nota, en febrero de 2019, les declaró que ya no era una amenaza y que estaba sinceramente arrepentida de su actitud anterior. Washington no se cree su aparente arrepentimiento, de hecho se plantearon enviar a los terroristas que pudieran ser repatriados a la Base de Guantánamo en Cuba. Es lo que pudiera pasar con varios norteamericanos como Mohammed Khalifa, un canadiense de 35 años de edad capturado por los soldados de Estados Unidos y que narraba los escalofriantes vídeos del ISIS.


Quiénes detuvierona Khalifa le acusan no solo de prestar su voz en los vídeos de propaganda o incluso de torturas, sino que él llevaría a cabo también alguna, asesinando a varios soldados sirios capturados. Si bien tiene la nacionalidad canadiense, es natural de Arabia Saudí. Permanece en una cárcel siria, pero es un mito entre los yihadistas afines al ISIS pues durante cinco años era la voz que relataba los avances y propaganda yihadistas en inglés a todo el Mundo. Puso al servicio del Ministerio de Medios del Califato Islámico sus conocimientos informáticos, se casó pero de su esposa y dos hijos se desconoce el paradero.


Khalifa es una excepción ya que aunque niega la acusación de haber participado en torturas o crímenes de sangre alegando que solo era la voz en off de los vídeos, no se arrepiente de haber formado parte del Daesh. Es posible que el aparente arrepentimiento de la mayoría de estos terroristas sea una argucia para evitar la condena a muerte en Siria o Irak, pidiendo que se les repatríe a los que fueron sus Países donde saben que, en el peor de los casos, ingresarán en prisión el resto de su vida, pero muy probablemente sus condenas sean de varios años, no cadena perpetua.


Si alguno quisiera regresar a Europa, pero con la idea de atentar en alguna de sus ciudades, saben que la condena si son detenidos será de menos de diez años. Tal vez si se demostraran delitos de sangre de alguno le cayera cadena perpetua pero no pena de muerte. Y saben también que las cárceles europeas no son como los agujeros inmundos que hay en Siria o Irak donde muy probablemente sí serían condenados a muerte.


La Dirección General de Instituciones Penitenciarias de España cuenta con programas dirigidos a los presos violentos en los que se les facilita monitores de yoga para tranquilizarles o lo más reciente, perros entrenados para que paseen con ellos por los patios; la idea de tan estrambótico sistema de reinserción es que la responsabilidad de cuidar a esos animales cree en los presos violentos la empatía hacia los seres vivos y el entorno en el que se busca reinsertarles. Con tales florituras, podemos comprender que estos criminales deseen que los Países europeos les repatrien pues prefieren una estancia de varios años en una prisión-hotel europea que en una cárcel siria o iraquí.


En los próximos años, aproximadamente 1.500 presos yihadistas saldrán a la calle sin que exista garantía ninguna de reinserción

Las mujeres conocidas como las novias de la Yihad no son ni han sido nunca víctimas pues se unieron voluntariamente al Califato Islámico de Abu Bakr al-Baghdadi y para demostrar su entrega incondicional se mostraban aún más radicales que muchos hombres; solo hay que leer los testimonios sangrantes de las mujeres yazidíes sobre la actitud de las mujeres yihadistas hacia ellas, preparándolas para servir a quiénes las iban a violar y abusar de ellas hasta la extenuación, incluidas menores de edad. Luego estaban las que conformaban las patrullas “Hisbah” (vocablo árabe que significa “rendir cuentas”), que inspeccionaban comercios castigando a las mujeres dependientas que servían los artículos sin guantes en las manos o con los ojos al descubierto ya que no podían mostrar nada de su cuerpo a los hombres. Así era la vida de las mujeres en territorio del ISIS y muchas occidentales ayudaron a imponer e inspeccionar tan rígidas normas sobre mujeres árabes que hasta ese momento no se habían visto en tan angustiosa situación.


Otra de esas mujeres occidentales que se unió al Estado Islámico fue la canadiense Kimberly Gwen Polman, de 42 años de edad y que declaró al diario New York Times que se lamenta de su pasado en Siria. Dijo llegar a ese País de la mano de su marido que le convenció de que su formación como enfermera sería de gran ayuda en territorio del Califato Islámico pero que una vez allí se dio cuenta de que no era como se lo habían explicado intentando huir. Según su declaración se le prohibió marcharse llegando a ser violada. Dice ser amiga de Hoda Muthana, la mujer estadounidense de las que le he hablado antes y es lo que no termina de encajar en su historia puesto que Muthana mostró abiertamente su radicalismo cuando el ISIS estaba en su cénit. Ha sido con su derrota cuando ambas dicen estar arrepentidas.


La británica Shamima Begum, hallada en un campamento de refugiados en Siria, se marchó a ese País con quince años de edad para unirse al Estado Islámico y ahora suplica que le repatrien. Pero el Gobierno británico no se ha enternecido hacia una persona que escogió voluntariamente unirse a una organización terrorista que atenta en suelo europeo incluyendo Gran Bretaña. La respuesta de Londres a la petición de Shamina ha sido retirarle la ciudadanía británica. La joven dio a luz recientemente, muriendo su bebé recientemente.


Shamina no es la única a la que Gran Bretaña ha desposeído de su nacionalidad británica, también sucedió con los conocidos como los Beatles: Alexanda Kotey y El Shafee Elsheikh. Dos individuos que no dudaron en torturar de forma horripilante y asesinar a varias personas mientras estuvieron en las filas del ISIS. Ahora están presos en una cárcel de las FDS kurdas. En dichas prisiones, no hay constancia de ningún español, pero sí de magrebíes, sobre todo tunecinos y muchos de ellos han residido por motivos laborales en España, aunque no tengan la nacionalidad. Debido a ello, preocupa a las autoridades españolas que alguno de ellos, de quedar libre por no tener recursos los kurdos para mantenerlos en sus cárceles, decida regresar a España.

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